Estaba nerviosa, lo había hecho otras veces pero ese día, antes de empezar, una lágrima cayó por mi pálido rostro. Me habían prometido que sería placentero. Ella me vio intranquila, así que me ofreció unos misteriosos polvos blancos que decía que me calmarían. Los tomé. Tuve una sensación de gran alivio y por un momento creí estar relajada. Me habían asegurado que me sentiría como una diosa pero yo sólo notaba el calor del infierno. Entonces todo comenzó, una energía recorrió mi interior y yo, asustada, apreté los dientes con fuerza. ¡Malditos! No sé por qué compré esa milagrosa depilación por internet.
Anuncios